Mientras la mayor parte de los ángeles, tras el período de prueba, que no sabemos cuánto duró, permanecieron en la verdad, santos y elegidos( cf., Salmo 89:6-7; Mateo 6:10; 18:10; Marcos 8:38), otros muchos, cuyo número es simbólicamente estimado como la tercera parte de las estrellas del cielo ( Apoc. 12:4), siguieron a Lucifer en su rebelión y no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada (Judas 6). El diablo quedó asì confirmado en la profesión de su maldad, no permaneciendo en la verdad y convirtiéndose en " homicida" y " mentiroso" de "suyo" ( Juan 8:44) como una segunda naturaleza que le caracteriza para siempre.
No obstante tras su rebelión contra Dios y su consiguiente caìda , el diablo no ha cesado de hacer daño, ya que su profesión no consiste, solamente , en ser el " homicida" y el " mentiroso", sino que infiltrando, oficiosamente, la mentira y el asesinato en el mundo( Gèn. 3:14; Juan 8:44) y aún al acecho de todo hombre para tentarlos al mal. Êl y los demonios tratan de sembrar en los hombres la desconfianza de Dios, y en Dios la desconfianza hacia los hombres( el acusador o calumniador).
En efecto, el diablo y compañía como todos buenos profesan-tes ( 1 Tim., 2:19b) tienden a sacar todo el mal posible de cualquier situación: mal adoctrinar, no perdonar, arrebatar la semilla y sembrar la cizaña; cuando no pueden atacar de frente, atacan por los costados; sacan provecho de nuestros defectos y de nuestras virtudes; en definitiva, tratan de impedir ( y suelen tener éxito) que el mundano se convierta; que el creyente crezca, que el cristiano obtenga victorias completas, que el Evangelio se extienda, que las iglesia se conserven en la pura fidelidad a la palabra y se unan en amor.
Tras conocer en que consiste su profesión y la oficiosa actividad que tiene su empresa, el hijo de Dios( el creyente), debe mantener en mente tres cosas, como el blanco favorito de la oposición del diablo: nuestra constante y viva comunión con el Señor; nuestra absoluta obediencia al Espíritu Santo y nuestra oración continua en el constante sentimiento de nuestra propia insuficiencia. ( Juan 15:5; Rom.,8:14, Rom., 8:26; respectivamente). Su objetivo final es que no obedezcamos el Plan de Dios, sino que procuremos hacer nuestra propia voluntad. Eso hizo en el Paraíso, eso intentó con nuestro Señor Jesús en el desierto y eso es lo que se propone(n) en su empresa profesional de cada dìa. NO IGNOREMOS SUS MAQUINACIONES ( 2 COR., 2:11)
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