Testimonio Evangélico: No me avergüenzo del Evangelio.

La naturaleza humana en realidad no ha cambiado gran cosa en toda la historia; la vergüenza y el honor eran asuntos muy serios en el mundo antiguo tal como lo son hoy. En el siglo I de nuestra era, el apóstol Pablo ministraba en una cultura sensible a la vergüenza , que buscaba el honor, y sin vergüenza alguna predicaba un mensaje vergonzoso respecto de una persona que habían avergonzado en público. Era un mensaje muy hiriente. Era escandaloso. Era necio. Era insensato. Era anacrónico.

En algún momento u otro de nuestra vida como creyentes hemos sentido vergüenza y hemos mantenido nuestra boca cerrada cuando debimos haberla abierto. O llegada la oportunidad, nos hemos escondido detrás de algún mensaje " ligero " tipo " Jesús te ama y quiere que seas feliz ". Si usted nunca se ha sentido avergonzado por proclamar el evangelio, probablemente nunca lo ha proclamado claramente, en su totalidad, tal como Jesús lo proclamó.

¿ Por qué, entonces, dijo Pablo : " No me avergüenzo del evangelio ?
¿Quién se va avergonzar de noticias buenas como estas ? " Poder de Dios para salvación " Si alguien encuentra la cura para el SIDA, ¿ Lo consumirá la vergüenza como para no proclamarla ?  Si alguien descubriera la cura para el cáncer, ¿ sentiría tan terrible vergüenza como para no abrir la boca?  ¿ Por qué, entonces, es tan difícil mencionar la solución para el pecado ?

Todos queremos que nos acepten, y sabemos, como Pablo lo descubrió tantas veces, que tenemos un mensaje que el mundo rechazará, y que mientras más nos aferramos a ese mensaje, más hostil se volverá el mundo. Así es como empezamos a sentir vergüenza. Pablo superó eso por la gracia de Dios y el poder del Espíritu, y dijo: " NO ME AVERGÜENZO ". - Romanos 1:16. Es un ejemplo contundente para nosotros, porque sabemos el precio de la fidelidad a la verdad: El rechazo del público.